El próximo miércoles, 24 de octubre, dará comienzo la cuarta etapa del Club de Lectura del IES El Alquián. Nos sentimos orgullosos de que este proyecto siga adelante con la misma ilusión del primer día después de cuatro años consecutivos de existencia. Bienvenidos a todos los participantes, a los veteranos y a los que se incorporan por primera vez durante este curso 2012-2013.
En esta ocasión realizaremos la lectura comentada de El corazón de las tinieblas, del escritor Joseph Conrad.
Joseph
Conrad (1857-1924), en origen Józef Teodor Konrad Korzeniowski, es
considerado uno de los grandes escritores modernos en lengua inglesa.
Escritor británico de origen polaco, nació en Berdichev, Polonia
(actualmente Ucrania). A muy temprana edad quedó huérfano, y a los
16 años, en plena ocupación rusa de Polonia, abandonó su país y
se trasladó a Marsella, donde se embarcó en varios mercantes de
bandera francesa durante cuatro años. Posteriormente y tras un breve
paso por España, donde vendió armas a las tropas carlistas, se puso
al servicio de la Marina mercante inglesa.
Tras
haber obtenido en 1886 la nacionalidad británica, cambió su nombre
para que sonara más inglés, aunque mantuvo durante toda su vida un
fuerte acento. Durante la década siguiente navegó mucho, sobre todo
por Oriente. Sus experiencias personales, especialmente en el
archipiélago malayo y en el río Congo durante 1890, se reflejan en
sus relatos, escritos en inglés, su cuarta lengua tras el polaco, el
ruso y el francés. Publicó su primera novela y se casó con Jessie
George en 1895. Su vida literaria abarca treinta años, entre
1895 y 1924, y ya en la primera década de ese periodo consiguió
todo en el campo literario que se había propuesto cultivar. "Un
estilo de enorme poder, una altura de dicción y de pensamiento
frente a la que, en el panorama de la novela inglesa de su tiempo,
sólo la de Henry James resistiría la comparación, y una capacidad
de creación que le permitiría llevar su arte allí donde él se lo
propusiera" según palabras de nuestro escritor Juan Benet. Conrad escribió 13 novelas, dos libros de
memorias y 28 relatos cortos, pese a que escribir le resultaba
difícil y doloroso. Además del esfuerzo de escribir, sobrellevó el
sufrimiento que le producía la gota, así como la parálisis de su
mujer y los exiguos ingresos que obtenía de su trabajo. Quizás a
estas circunstancias se debiera su carácter irritable.
El
escenario de casi todos sus relatos lo constituyen la vida en el mar
y en puertos extranjeros, pero la verdadera razón de su escritura
fue la condición humana y la lucha del individuo entre el bien y el
mal. Su obra explora la vulnerabilidad y la inestabilidad moral del
ser humano. Con frecuencia el narrador es un marino retirado
-posiblemente el alter ego de Conrad, puesto que algunas de sus
novelas se consideran autobiográficas-; ejemplo de ello es su
primera obra publicada, La locura de Almayer (1895). Una de
las novelas más conocidas de Conrad es Lord Jim (1900), en la
que explora el concepto del honor a través de las acciones y
sentimientos de un hombre que se pasa la vida intentando expiar su
cobardía durante un naufragio ocurrido en su juventud. Otras obras
suyas son: El negro del Narcisus (1897), centrada en un
marinero negro; Nostromo (1904), considerada por muchos
críticos como su obra maestra; El agente secreto (1907),
sobre los anarquistas londinenses; Bajo la mirada de Occidente
(1911), ambientada en la Rusia represiva del siglo XIX; Victoria
(1915), ambientada en los mares del sur; y el relato El corazón
de las tinieblas (1902) que revela las aterradoras profundidades
de la corruptibilidad humana y una de sus historias más conocidas.
Conrad murió en Bishopsbourne, cerca de Canterbury, en 1924. Su obra
constituye un influjo fundamental en la novela moderna; con ella
logró algo tan difícil como el reconocimiento de sus más
destacados contemporáneos.
Aunque aparentemente es un relato sencillo (un viaje remontando un río africano en busca de un personaje cada vez más mitificado, Kurtz), esta novela corta de Conrad tiene una gran complejidad pues, en su mayor parte, es un monólogo interior del protagonita (Marlow). Es como un viaje de ida y vuelta al infierno, a las tinieblas, en el que Marlow se deja seducir por lo salvaje y por Kurtz, pero no sucumbe ante ello. En toda la historia, que Marlow narra en primera persona, se presenta el lado más oscuro del colonialismo (envidia, avaricia, estupidez...) y la falta de comprensión que existe entre dos mundos que chocan, el "civilizado" y el "salvaje". Genial.
ResponderEliminarHe encontrado un enlace interesante: http://laliteraliteraria.wordpress.com/2010/11/13/analisis-de-la-naturaleza-en-el-corazon-de-las-tinieblas-de-joseph-conrad/
ResponderEliminarJoseph Conrad vierte en El corazón de las tinieblas una reflexión sobre la atracción del hombre hacia el mal. El relato de un viaje en río para rescatar a un traficante de marfil es la metáfora para adentrarnos en un viaje a lo más profundo del alma humana y su capacidad de corrupción. Decía Conrad que antes de viajar al Congo él no era más que un animal: un animal incapaz de percibir las barbaridades que se cometieron en el centro de África en nombre de la civilización y el progreso. Nuestro escritor es testigo de excepción de la explotación vergonzante de un país a costa de todo y de las atrocidades cometidas por los colonos hacia los nativos. Conrad viaja al Congo con una idea romántica y se da de bruces con una realidad brutal. Y nos regala todo ello en un relato corto, magnético, con una prosa insuperable que posee la capacidad de producirnos una creciente inquietud según nos vamos acercando al corazón de la selva, el lugar donde vive la persona que Marlow ha ido a rescatar, el pervertido Kurtz, que se encuentra gravemente enfermo. Pero no nos engañemos: Kurtz es la excusa y el ejemplo de que se vale Conrad para hurgar en nuestro interior y hacernos ver que lejos de la civilización, de las normas, el hombre se convierte en un ser demoníaco que arrastrado por su lado más oscuro es incapaz de mantener una disciplina moral que lo salve de su propia perversión.
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