El próximo miércoles 20 de
noviembre el Club de Lectura se reúne para comentar la obra de un autor ya conocido
de todos: Gabriel García Márquez. Si hace algunos años tuvimos el placer de
comentar Crónica de una muerte anunciada,
en esta ocasión hablaremos de la que de forma unánime se señala como su mejor
obra: Cien años de soledad.
Considerada la obra de madurez de
García Márquez, se constituye en amalgama y núcleo de muchas otras de sus
creaciones, tanto anteriores como posteriores a ella: La hojarasca, El coronel no tiene quien le escriba, La mala hora,
los relatos de Los funerales de la mama
grande, La increíble y triste
historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada… encuentran en Cien años de soledad su sentido y razón
de ser.
Escrita a mediados de los años
sesenta (1965-1966), en un momento de su vida en que decide alejarse de otras
ocupaciones para dedicarse por entero a la tarea de crear, la novela narra la historia de Macondo y sus
fundadores, la familia Buendía.
Me gustaría dejar aquí las
palabras de otro grande de la literatura, Carlos Fuentes, cuando recibió en
1966 de manos de su amigo el borrador de la obra:
Acabo de leer las primeras setenta y cinco cuartillas de Cien años de soledad. Son absolutamente
magistrales… Toda la historia ficticia coincide con la historia "real", lo soñado con lo documentado, y gracias a las leyendas,
las mentiras, las exageraciones, los mitos… Macondo se convierte en un
territorio universal, en una historia casi bíblica de las fundaciones y las
generaciones y las degeneraciones, en una historia del origen y destino del tiempo
humano y de los sueños y deseos con que los hombres se conservan o destruyen.
De esta tercera lectura de “Cien años de soledad” esperaba recordar detalles olvidados, descubrir otros nuevos o indagar en matices, pero ha ocurrido como me ocurrió la primera vez: me han impresionado la forma de contar, los hechos contados y los personajes.
ResponderEliminarRealismo mágico, fantasía de la realidad, mezcla de realidad y magia, da igual. Todos los que lo han leído saben identificar el movimiento en que se enmarca. Para mí son como historias de sueño.
A lo largo de la narración de la historia de la familia Buendía y la fundación de Macondo nos hace también reflexionar sobre cuestiones sociales, políticas y laborales del país, de Colombia. Todo, incluso los hechos más difíciles o trágicos aparecen con un envoltorio alegre, placentero.
Los personajes tienen todos una fuerza o un poder especial que no pueden controlar. Son solitarios, pasionales, obsesivos, excéntricos. Como personaje principal o imprescindible para la historia que nos cuenta el autor está Úrsula, mujer fuerte, práctica que dirige la casa y la familia con poder y vitalidad. Es la que manda, es la autoridad y la que mantiene a la familia física y emocionalmente; se ocupa de que todos estén bien y, aunque les exprese poca ternura, resuelve todos los problemas y situaciones.
Para mí, como para mucha gente, es una de las más grandes obras (si no, la más) y dejo aquí un pasaje de los más representativos de su estilo mágico, casi sobrenatural.
“A pesar de que el coronel Aureliano Buendía seguía creyendo y repitiendo que Remedios, la Bella, era en realidad el ser más lúcido que había conocido jamás, y que lo demostraba a cada momento con su asombrosa habilidad para burlarse de todos, la abandonaron a la buena de Dios. Remedios, la Bella, se quedó vagando por el desierto de la soledad, sin cruces a cuestas, madurándose en sus sueños sin pesadillas, en sus baños interminables, en sus comidas sin horarios, en sus hondos y prolongados silencios sin recuerdos, hasta una tarde de marzo en que Fernanda quiso doblar en el jardín sus sábanas de bramante, y pidió ayuda a las mujeres de la casa. Apenas había empezado, cuando Amaranta advirtió que Remedios, la Bella, estaba transparentada una palidez intensa.
—¿Te sientes mal? –le preguntó.
Remedios, la Bella, que tenía agarrada la sábana por el otro extremo, hizo una sonrisa de lástima.
—Al contrario –dijo–, nunca me he sentido mejor.
Acabó de decirlo, cuando Fernanda sintió que un delicado viento de luz le arrancó las sábanas de las manos y las desplegó con toda su amplitud. Amaranta sintió un temblor misterioso en los encajes de sus pollerinas y trató de agarrarse de la sábana para no caer, en el instante en que Remedios, la Bella, empezaba a elevarse. Úrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo serenidad para identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced de la luz, viendo a Remedios, la Bella, que le decía adiós con la mano, entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella, que abandonaban con ella el aire de los escarabajos y las dalias, y pasaban con ella a través del aire donde terminaban las cuatro de la tarde, y se perdieron con ella para siempre en los altos aires donde no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la memoria.”
Esta novela ¿Cien años de soledad¿ de Gabriel García Márquez, la leí hace unos años y volver a leerla me ha supuesto encontrarme con la misma sensación, una historia narrada por alguien que la ha vivido de primera mano y se decide a contarla al final del día, como un cuento mágico, exagerando un pasaje aquí y embelleciendo otro allá, en el legendario universo de Macondo. La historia familiar que nos presenta está llena de imágenes creativas, metáforas e interesantes juegos de palabras, y a pesar de estar escrita hace ya 46 años, su vigencia es notoria, ya que puede ser una representación de la realidad en la que vivimos, de nuestra sociedad y de cada uno de nosotros (guerras, pobreza, desempleo, intereses económicos, odio político, desesperanza, conformismo¿). A mi juicio es la mejor del autor.
Eliminar"Y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra".
Con esta frase Gabriel García Márquez termina su novela, y en mi opinión ésta le otorga un significado final muy especial, recalcando todo el sentido de la obra.
Inmaculada Márquez Martínez.
http://www.cronica.com.mx/notas/2012/700291.html
ResponderEliminarImágenes que pudieron inspirar Macondo
¡Qué interesante, Encarna!
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