miércoles, 30 de enero de 2013

MI FAMILIA Y OTROS ANIMALES. Gerald Durrell, 1956.


Este escritor y naturalista británico nació en la India, donde había sido destinado su padre. La familia se trasladó en 1935 a la isla griega de Corfú, en cuyos parajes naturales, prácticamente intactos por entonces, se desarrolló la temprana afición de Durrell por los animales. A partir de 1946 inició una serie de expediciones para la captura de animales, con destino a zoológicos, museos e instituciones dedicadas a la protección de las especies salvajes, que lo llevaron por todo el mundo. Alentado por su hermano Lawrence a recoger por escrito sus experiencias, en 1953 publicó El arca sobrecargada, que se convirtió en un éxito de ventas.
A esta obra siguieron otras que relataban sus experiencias como naturalista (El Nuevo Noé de 1955, El arca inmóvil de 1976…) y una serie de libros más autobiográficos que hablan de su familia (Mi familia y otros animales de 1956, Bichos y demás parientes de 1969, El jardín de los dioses de 1978). El estilo ameno, anecdótico e irónico de Durrell, junto al exotismo de los escenarios presentados en sus libros, ganaron para éstos una popularidad inesperada en el caso de una temática como la suya. 
En 1959, a los beneficios obtenidos con las ventas de sus obras, que habían contribuido ya a financiar sus expediciones, vino a sumarse una herencia que le permitió afrontar el proyecto de fundar un zoológico en la isla de Jersey, conocido actualmente como Durrell Wildlife Park. A partir de 1960 participó en diferentes programas de televisión, en los que se reflejan sus esfuerzos para preservar especies animales en peligro de extinción. Murió en 1995 en Jersey.



“El mundo es tan delicado y tan complicado como una tela de araña. Si se toca un hilo temblarán todos los demás hilos. Nosotros no sólo estamos tocando la telaraña, estamos haciendo grandes agujeros en ella” 

2 comentarios:

  1. En “Mi familia y otros animales” Durrell relata los años que pasó junto con su familia en la isla griega de Corfú, desde 1935 a 1940 (es decir, desde los 10 a los 15 años). El libro se divide en tres partes, en función de las tres casas en las que su familia vivió en esos años. Además de Gerald, la familia se componía de su madre viuda y de sus hermanos Larry, Leslie y Margo, además del perro Roger. En la isla encontrarán la amistad de Spiro y del sabio Teodoro Stephanides, quién enseña a Gerald ciencias naturales. Otros personajes son los sucesivos maestros particulares de Gerald, los artistas invitados por Larry y los campesinos locales.
    Las humorísticas anécdotas familiares se alternan con descripciones de la vida animal que Gerald observa en sus expediciones por la isla, de las que frecuentemente regresa a casa cargado con diferentes animales que cuida como mascotas: la tortuga Aquiles, el palomo Quasimodo, el búho Ulises, la gaviota Alecko, etc.
    El libro fue escrito en 1955 mientras Durrell se recuperaba de un ataque de ictericia en Inglaterra y pronto se convirtió en un éxito. Aunque el libro se presenta como una autobiografía, no es del todo objetivo y presenta a sus familiares exagerando sus personalidades. Algunos detalles son inciertos o, más bien, inexactos; su hermano Larry, por ejemplo, no vivía en la misma casa que ellos, sino en otra junto a su mujer Nancy, que no aparece en el libro ni una sola vez. Además, no se cita el verdadero motivo por el que la familia regresa al Reino Unido: la Segunda Guerra Mundial.

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  2. Este encantador libro nos narra las vicisitudes de una excéntrica familia durante su estancia en la isla griega de Corfú a través de la mirada de un niño, el pequeño Gerry, gran aficionado a la naturaleza y futuro zoólogo de reconocida fama mundial. A lo largo de los distintos capítulos del libro, en los que los verdaderos protagonistas son los animales, alcanzamos a vislumbrar una certera imagen de la Grecia de la primera mitad del siglo XX, con sus hospitalarias gentes y sus paisajes no contaminados aún por la especulación inmobiliaria ni por la explotación turística. Su entretenida lectura nos remite obligatoriamente al pasado y nos evoca un paraíso definitivamente perdido para siempre: el de la infancia.

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