martes, 18 de abril de 2017

EL AMERICANO TRANQUILO, Graham Green, 1955

Hemos comentado en el club de lectura durante el mes de febrero la extraordinaria obra del novelista británico Graham Greene, La novela, ambientada en la indochina francesa, tiene como protagonista a Thomas Fowler, un corresponsal de guerra que se encuentra cubriendo el conflicto entre Vietnam y el país galo.
el escritor en su madurez

retrato de Graham Greene






1 comentario:

  1. Me ha gustado mucho El americano tranquilo o impasible, depende de la traducción que se maneje. Escoger uno u otro adjetivo ha sido uno de los primeros puntos tratados en la discusión sobre la novela. Graham Green es un tipo que cae bien, o así me lo parece. Pertenece a esa raza de escritores británicos volcados hacia el exterior, hacia el contacto con otros pueblos y otras culturas. Pero no en la estela de un Rudyard Kipling colonial y con complejo de superioridad -el propio de su época, por otra parte, y al que tampoco fueron ajenas plumas como la de Joseph Conrad.

    Green narra muy bien. Como buen escritor anglosajón, sabe meternos en harina desde la primera página, es capaz de mantener alto el interés por la trama, pinta el carácter de sus personajes con los trazos adecuados -no es ni prolijo ni avaro en sus descripciones- y dosifica con maestría los mensajes, o reflexiones, o enseñanzas, que desea transmitir, sin empantanarse en los soliloquios descontextualizados de algunos de sus colegas. En definitiva, es un escritor equilibrados que, a lo largo de su carrera, ha paseado a sus personajes por Austria, por México, por la España de la Transición. Y, en El americano tranquilo, por la Indochina francesa, escenario del nuevo mundo que se está dibujando después de la Segunda Guerra Mundial.

    Todos conocemos hasta la saturación la segunda guerra del Vietnam, la que enfrentó al Norte comunista de Ho Chi Minh con el Sur capitalista apoyado por los EEUU, en lo que sería la primera guerra perdida por la gran superpotencia. Sin embargo, es bastante menos conocida aquella primera guerra de las independencias en lo que un día fue la Cochinchina francesa, de la que la república vecina salió, como saldría de Argelia años más tarde, sin glamour y con el rabo entre las piernas, dejando el Vietnam dividido en dos como una longaniza seccionada por la mitad. Gracias a Pyle y Fowler (este último, en cierta medida, el alterego o portavoz de Green), asistimos en directo a las tensiones de ese nuevo imperialismo americano que viene a suplantar a los viejos colonialismos francés y británico. La alegoría del triángulo amoroso no puede ser más clara: ambos, el americano ingenuo y efervescente, y el inglés desengañado e irreverente, se disputan (como caballeros y sin gran acritud, bien es cierto) los favores de la vietnamita Phuong. Una novela, en definitiva, clarividente y, además, amena. ¿Quién da más por menos?

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